martes, 5 de mayo de 2015

Esencia de mujer.

Jamás olvidaba su anillo favorito al salir de casa. Aquel día, para variar, las calles seguían tan abarrotadamente vacías como siempre, ella se sentía igual de frágil y temida que ayer y además, ese quemazón que sentía en el pecho aun no había encontrado el momento de irse a la mierda y dejarla tranquila. No tenía por costumbre desayunar, ya que le parecía un sacrifico irónicamente poético en el que, ese ayuno matutino, reflejaba su deseo de que algo que no fuese comida llenase su cuerpo al despertar.
Nadie parecía percatarse de las batallas que se libraban en su cabeza cuando parecía caminar. Para aquella chica, el murmullo de su ciudad apenas lograba mitigar aquellas disputas mentales que la acompañaban allí a donde iba.
A veces meditaba acerca de lo extraño que le parecía el mundo y, sorprendentemente, lo extraña que parecía ella en su mundo también, como un baile entre dos desconocidos, que se necesitan pero no logran fundirse.
La gente no comprendía aquel exilio en el que vivía y, sin embargo, no veían nada extraño cuando la rechazaban y la temían por lo que les hacía sentir. Ella solo quería desatar un cambio en la gente que conocía, abrirles los ojos, susurrarles que renaciesen...pero eran incapaces de dejarse llevar por los labios de ella y no dudaban en huir cuando intentaba acercarse.
Las malas lenguas se llenaban la boca hablando de ella como alguien a quien evitar, una persona venenosa y manipuladora.
Sacudió la cabeza y se descubrió en el mismo lugar de siempre, aquella cafetería donde tanto le gustaba desaparecer. Tomó asiento y pidió un  té con hielo, y dando el primer trago, llegó a la conclusión de que las personas temen aquello que les hace sentir, y que nadie estaba preparado para el eclipse solar que acunaban sus manos, ni para la brisa que silbaba cuando empezaba a hablar. Al fin y al cabo, era una ciudad cualquiera, con su vida cualquiera y la mierda común que todas esconden.

La gente seguiría sorprendiendose y susurrando su nombre al verla pasar...se llamaba Catarsis, y siempre fue aquello que todos temen pero tanto necesitan.


catarsis
(nombre femenino)

1.Entre los antiguos griegos, purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica.

2.Liberación o eliminación de los recuerdos que alteran la mente o el equilibrio.

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