sábado, 4 de julio de 2015

Coucher de soleil

Mi hora del día favorita es aquella en la que se puede retar al sol mirándole directamente a los ojos, sin ser cegado por su calor. Aquella en la que la escala cromática olvida al verde a la hora de tintar el cielo, haciendo que se den la mano azul y naranja melocotón. Es aquella que todo el mundo llama atardecer, pero en especial es ese preciso instante en el que el sol, rojo de la vergüenza, se atreve a besar el horizonte con sus  curvos labios, decidiendo no pensar en si algo saldrá mal, al fin y al cabo, volverá a salir mañana.