No me lo creo, estoy intentando alisar torceduras que solo me pinchan y me deforman. Ofrezco facetas que son amores platónicos de pesadilla de serie b y a las que ni siquiera me acerco, solo aspiro, respiro y me ahogo.
Me arden las manos de la sal que me escupen mis adentros y cada vez que alguien me desviste no quiero que me desnude sino que me arranque. Esto no tiene sentido.
Lloro en todas direcciones, diferentes pero igual de mal encaminadas, con paradas en las puntas de mis dedos y en la de este lápiz. Cuantas más piezas monto de mi misma, más me pierdo. Al pronunciar palabras solo escucho el eco de mi cabeza vacía y de mi cuerpo inerte en movimiento curvilíneo decadente y enfermizo. Claro que no tiene sentido.
Disfunciono en sintonía con idiomas que nadie habla. Me encripto en tristeza y olvido los códigos cada vez que caigo en el trampantojo del bienestar. Entiendo según escribo que la ropa ha dejado de vestirme, o de arroparme, no es capaz de tapar todo lo que es más grande que yo pero existe conmigo, todo lo que se me escapa por los ojos, por los pies, por los gritos huecos que alejo curvando la boca.¿Cómo iba a tener sentido?
Estoy tocando fondos raros, rugosos, esquivos y que me mienten. Asimilo que las flores no tienen olor, que los días no tienen brillo y que los cuerpos solo enfrían. Busco piso en planetas sin edificar. Que alguien frene esto, soy demasiado incorpórea como para deshacer estos enredos. Quiero dejar de sentir que el placer es poder dormir sin que me calen los huesos mis tormentas. Deja ya de buscar sentido.
Att: el cadaver que se pudre debajo de tu cama.

